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Borges imaginó “que el paraíso sería algún tipo de Biblioteca”. Y quién no lo ha pensado cuando, paseando frente a una estantería, ha detenido el paso y un libro le ha abierto las puertas de campos desconocidos hasta entonces.

Grabado del ejemplar BU 10341 «Historia de la vida de Marco Tulio Cicerón«

Por otra parte Cicerón dijo: “Si hortum in bibliotheca habes, nihil deerit” (M. T. Cicero Epistolarum familiarium liber. Nonus M.T.C Varroni S.D. [4]). La traducción que ha llegado a nuestros días es «Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas».

Texto del incunable U/Bc IyR 189

Los tiempos cambian y con ellos las tecnologías, pero la materia prima de la biblioteca continúa siendo la misma: ideas traducidas en palabras manuscritas o impresas sobre papel o transmitidas electrónicamente a través de ceros y unos.

De forma física o digital, en la Universidad las bibliotecas sirven a los objetivos de docencia, enseñanza, investigación, creación de nuevo conocimiento y transmisión del mismo. Thompson y Carr utilizaban la metáfora del corazón como órgano central que alimenta y da oxígeno a todos los miembros de un cuerpo.

A través del catálogo Almena de la BUVa, sin salir de casa, podemos acceder a una amplia colección de libros, revistas electrónicas y bases de datos que han sido seleccionadas aplicando criterios de calidad, materia, especificidad y, desgraciadamente, precio.

Marca de impresor utilizada por Jean Boudot y Étienne Martin. Ejemplar U/Bc BU 06919.

La escritora y periodista Caitlin Moran dice que «Una biblioteca en medio de una comunidad es un cruce entre una salida de emergencia, una balsa salvavidas y un festival. Son catedrales de la mente; hospitales del alma; parques temáticos de la imaginación. En una isla fría y lluviosa, son los únicos espacios públicos protegidos donde no eres un consumidor, sino un ciudadano»

Y es que las bibliotecas como lugar, como continentes de ideas, son también garantes de un espacio de paz, silencio y quietud para la reflexión. Esto no es un tema menor en una época en que las aplicaciones de móvil y las plataformas de streaming compiten por captar nuestra atención.

El ritual de atravesar una puerta que da acceso a un espacio de silencio y paz favorece la puesta en situación, la ruptura con la dispersión mental y la concentración para una mejor reflexión. Esto hace que las bibliotecas sigan siendo necesarias, continente y contenido, en un mundo cada vez más saturado de ruido y, lo que es lo mismo, exceso de información.

Sala de investigadores de la Biblioteca Histórica de Santa Cruz

Cuenta la leyenda que Ray Bradbury, el autor de Fahrenheit 451, escribió en una papeleta de préstamo la frase: «Sin bibliotecas, ¿que nos quedaría? No tendríamos pasado ni futuro.» Esa es también parte de la trama de “1984” de George Orwell, donde relata que la caza y destrucción de libros se había llevado a cabo de forma tan efectiva que “era casi imposible que existiera en toda Oceanía un ejemplar de un libro impreso antes de 1960”. En esta distopía se establecían listas de libros y periódicos que debían ser “repasados” de manera que los originales se destruían en hornos y solo se guardaban los corregidos.

Pues bien, otra de las misiones de las bibliotecas es precisamente conservar la información en sus diferentes soportes y presentaciones para que generaciones futuras puedan disfrutar de ella y recrear tiempos pretéritos (y futuros).

Busquen su jardín y cultiven/se.