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“El comienzo siempre es hoy” es una frase atribuida a Mary Wollstonecraft, madre de Mary W. Shelley, la creadora de Frankenstein. Con esta filosofía iniciamos el curso 2024-2025 que se inauguró el pasado viernes 20 de septiembre. Iniciamos o continuamos el ciclo…
La propia ciclicidad de la naturaleza hizo que las primeras civilizaciones tuvieran un modelo circular de medición del tiempo. En los filósofos presocráticos encontramos planteamientos flexibles del concepto «tiempo», como un flujo constante en Heráclito, “algo eterno y estático” en Parménides, o indisociable del movimiento en Aristóteles.
El concepto lineal en Occidente se atribuye al relato del Antiguo Testamento, que marca un momento de creación del Universo y da a entender que tendrá un final revelado.
Es Newton, en su Principia Mathematica (obra que marca los fundamentos de la física y astronomía actuales), quien determina que el tiempo absoluto existe independientemente de que alguien pueda percibirlo o no, y progresa a un ritmo constante en todo el Universo.
1739 de Isaac Newton (U/Bc 03473)
En los emblemas, imágenes provistas de leyendas muy usadas entre los siglos XV y XVIII para revelar enseñanzas morales, también se representa esa linealidad, por ejemplo en el emblema XXVIII de Saavedra Fajardo. Este “Symbolum XXVIII” reza: «Consta esta virtud de la prudencia de muchas partes, las cuales se reducen a tres: memoria de lo pasado, inteligencia de lo presente y providencia de lo futuro. Todos estos tiempos significa esta empresa en la serpiente, símbolo de la prudencia, revuelta al cetro sobre el reloj de arena, que es el tiempo presente que corre, mirándose en los dos espejos del tiempo pasado y del futuro, y por mote aquel verso de Homero, traducido de Virgilio […]”
Saavedra muestra así que la prudencia debe asistir siempre las decisiones de gobierno, teniendo en cuenta tanto el pasado como el futuro, representados con esos dos espejos.
El tiempo (Cronos) también suele ser representado con un reloj de arena en una mano y una hoz en la otra, como en esta marca del impresor Petri Arnaud y su reconfortante leyenda “Semina fortunae geminat cum tempore virtus”: Con el tiempo, la virtud duplica las semillas de la fortuna. Se puede ver a Fortuna dejando caer semillas ante el Tiempo, que arrastra un arado dirigido por Minerva.
Los relojes analógicos que aún utilizamos suelen tener forma circular, ya que esa es la manera más eficiente de medir el tiempo, pues la medición es siempre precisa cualquiera que sea la posición de las manecillas.
Grabado de «Libro de reloges solares», 1575 (U/Bc BU 09714)
La figura circular es la representación gráfica de la propia ciclicidad de la vida, de lo eterno y su constante regeneración, de que todo inicio no deja de ser una continuación.
Algo así representa el uróboros, esa serpiente o dragón que forma un círculo para engullir su propia cola como metáfora de la naturaleza cíclica de las cosas, de lo que nunca desaparece, sino que renace o cambia para siempre. Destrucción y renacimiento en un ciclo que se retroalimenta, como la misma vida.
La tecnología del libro, especialmente en libros antiguos, es una máquina del tiempo (en este caso cuadrada o rectangular) que rompe las barreras espacio-temporales y nos ofrece conocimientos de autores de otras épocas y lugares.
Comencemos este curso o, más bien, reiniciémoslo sumando, a toda la sabiduría de los anteriores, la que nos ofrecen los libros para que, si tropezamos con las mismas piedras (cosa de nuestra naturaleza) en vez de caer, lleguemos más lejos.