La Biblioteca Histórica de Santa Cruz participa con cuatro ejemplares en la exposición «Malheridos. La huella del tiempo en las bibliotecas REBIUN»
En la sección Censura aportamos un ejemplar de Erasmo de Rotterdam, uno de los autores más censurados por la Iglesia Católica debido a que sus visiones y versiones del Nuevo Testamento eran consideradas una aproximación a las herejías protestantes. Por este motivo todas las obras de Erasmo fueron incluidas en el “Índice de obras Prohibidas” por el Concilio de Trento.
Entre los distintos métodos de censura se encuentra la mutilación de hojas, la supresión con instrumento punzante o, como en este caso, la tachadura mediante tinta metaloácida. En este ejemplar, además se observa la unión de las páginas que contienen las columnas 755-762 mediante un adhesivo que, en su proceso de envejecimiento, ha oscurecido.
Dentro de la sección Desastres colaboramos con un ejemplar en el que encontramos varias causas de degradación interna asociadas a otros factores externos de alteración.
Por un lado se observan pérdidas de soporte provocadas por la acción de agentes macrobiológicos en la zona superior externa de varias hojas. Se trata claramente de roedores (degradación de origen biológico), pues se observan las marcas de sus incisivos en el perímetro de soporte faltante. Solo muerden el papel para usarlo en la construcción de su madriguera, no se nutren de él.
Por otro lado, se puede ver cómo el empleo de un engrudo ha favorecido la presencia de bibliófagos, que se alimentan, nutren y encuentran en su composición una fuente de nutrientes.
Por último, para la sección Mala Praxis, aportamos dos ejemplos diferentes:
Una letra capital mutilada en una hoja de guarda, que pertenece a algún manuscrito reutilizado para la encuadernación de este incunable.
Y una encuadernación de la que se han “recortado” los restos del anclaje de una cadena, probablemente para poder encajar mejor el libro en la estantería. Se observan restos de óxido de la antigua cadena en la primera hoja de guarda. En otros ejemplares la cadena y sus enganches se han retirado de forma más cuidadosa y los únicos restos visibles son pequeños orificios en las cubiertas (como se aprecia en la contracubierta). Durante la Edad Media, muchas bibliotecas albergaban libros encadenados (libri catenati) a atriles y bancos para que solo pudieran ser consultados, nunca tomados en préstamo o sustraídos por amigos de lo ajeno.