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La tercera entrega de la saga John Wick tiene un curioso inicio al que llegué por casualidad en una noche de sofá y zapping que me dejó con los ojos abiertos como platos. Es lo último que hubiera esperado en una película sobre un asesino a sueldo, pero la vida y el celuloide te dan sorpresas.

La secuencia en cuestión no tiene desperdicio. Al inicio se ve a Wick (Keanu Reeves) entrando en la biblioteca y corriendo por el pasillo de la sala de investigadores, que apenas le prestan atención pues están enfrascados en sus lecturas. Al llegar al mostrador, tiene que esperar a que una usuaria devuelva su libro y allí le aguarda la típica bibliotecaria de película. Se trata de una mujer mayor, con gafas de pasta y vestimenta ocre que, de forma lacónica y expeditiva, tras una rápida búsqueda en el catálogo, le indica a John Wick dónde puede encontrar el libro por el que pregunta («Russian Folk Tale, Aleksandr Afanasyev, 1864), “2ª planta…” A Wick le viene bien esa parquedad, pues mira su reloj apremiado por su inminente expulsión de la organización a la que pertenece.

Haciendo gala de su condición de usuario avanzado, el protagonista da a la primera con la estantería correcta y allí encuentra el libro que buscaba, no por su contenido literario, sino por su contenido material, pues ha sido manipulado para esconder varias piezas de gran valor por las que Wick se ha tenido que batir el cobre. Uno de los cuentos que contiene el libro real es precisamente “Vasilisa la bella” un cuento de hadas en el que la protagonista mantiene a los visitantes alejados de la guarida da la bruja Baba Yaga, que es el sobrenombre con el que se conoce a John Wick. Este juego de referencias puede sugerir que la saga no es más que una recreación del cuento.

Un Baba Yaga o un Hércules, pues al protagonista le aparecen contrincantes que parecen reproducirse como la hidra de los Trabajos de Hércules, que regeneraba dos cabezas por cada una que le amputaban.

Grabado de «Symbolicarvm quaestionvm de vniuerso genere», 1574. Signatura: U/Bc 09106

De repente irrumpe Ernest (interpretado por el jugador serbio de la NBA Boban Marjanović), que sostiene una Divina Comedia entre sus manos y lee (en inglés) el pasaje: “Pensad en vuestro origen. No habéis nacido para vivir como brutos, sino para alcanzar la virtud y el conocimiento”. En italiano: “Considerate la vostra semenza: fatti non foste viver come bruti, ma per seguir virtute e canoscenza.«

Texto de «Comedia del diuino poeta Danthe Alighieri», 1536. Signatura: U/Bc BU 07017

Tras rematar a su adversario utilizando el libro a modo de arma, culmina la escena con un gesto que le convertiría en usuario de bien si no fuera por la sangre que se ha quedado adherida a la cubierta: coloca el libro en su correspondiente lugar en la estantería.

Y es que los libros son armas, pero no arrojadizas. Esto nos recuerda al coronel Marincola, que no entendió la metáfora cuando al entrar en la Universidad Nacional de Luján preguntó a gritos “¿Dónde están las armas?” A lo que el profesor Mignone le respondió: “En la biblioteca”, y para allá mandó a sus soldados el infeliz…que quedaron decepcionados al no encontrar otra cosa que libros.

Fue el profesor de literatura Thomas C. Foster quien dijo «La lectura es un deporte de contacto«. Asimismo Eva Orúe, directora de la última Feria del Libro de Madrid y aprovechando que esta se realizó en colaboración con el Comité Olímpico, destacó que «la lectura puede ser considerada un deporte de riesgo, al igual que una forma efectiva de mantenerse mentalmente en forma».

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En una secuencia más avanzada de la película, el director del hotel Continental, Winston Scott, desde su búnker y antes de que sus esbirros comiencen una sangría, cita en latín la frase de Vegecio que da título a este capítulo 3 de la saga (Parabellum): “Si vis pacem, para bellum”, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. La frase literal del «De re militari» conservado en la Biblioteca Histórica es «Ergo, qui desiderat pacem, praeparet bellum«: «Por tanto, el que desee la paz, prepárese para la guerra».

Otros guiños al mundo antiguo y la mitología son el nombre del conserje del hotel Continental, Caronte (barquero del inframundo); y Ares (dios griego de la guerra), la guardaespaldas del antagonista en la segunda parte de la saga.

Usuarios, por favor, no intenten esto en sus bibliotecas y, con permiso de Vegecio, si quieren la paz, no declaren guerras, al menos durante estas vacaciones.