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1787, adhesivos, conservación, costuras, criterios restauración, Diario Pinciano, encuadernación, pergamino, Restauración, Siglo XVIII
Con motivo de la intervención en el ejemplar U/BC 12670 nos gustaría compartir algunas ideas y reflexiones habituales del día a día del trabajo de restauración.
U/BC 12670 Diario pinciano: histórico, literario, legal, político y económico .- [Valladolid: s.n.]: 1787 (Digitalizado UVADOC)
No pretendemos describir un proceso de restauración sin más, ni escribir un informe técnico, con estructura y léxico técnico. Lo que quisiéramos es plasmar la complejidad que entrañan algunos tratamientos de restauración, las decisiones constantes que deben tomarse y las cuestiones que deben tenerse en consideración cuando se aborda un proceso de intervención. A veces ocurre que, como profesionales, se tiene claro el proyecto: orden de los pasos a seguir, materiales, elementos históricos que considerar, estructuras del libro a tener en cuenta… Pero en muchas ocasiones esos proyectos deben ser modificados durante el proceso, debido a distintos factores que son visibles únicamente durante el desarrollo de la intervención.
La restauración de este libro de estructura aparentemente sencilla y materiales humildes, supuso un reto profesional. A veces, en esta profesión ocurre que un tratamiento sencillo a simple vista, se convierte en una cuestión algo más dificultosa en el momento en que se inicia la intervención o cuando se procede al desmontaje de alguna parte del libro para poder acceder a estructuras internas de la encuadernación y así poder trabajar en ellas. Y una vez ha finalizado la intervención, precisamente en estos casos que entrañan cierta incógnita o complejidad, parece que la decisión tomada era evidente, lógica, sencilla e incluso indudable.
Criterios
Cualquiera que sea la decisión tomada, todas las acciones (profesionales) de conservación y restauración deben estar basadas en unos criterios mínimos establecidos: conductas éticas que se fundamentan en leyes y normativas vigentes. Si no fuera así, podríamos hablar de “reparaciones” llevadas a cabo con buena voluntad o relativas a otras profesiones que tienen algún punto de conexión con la restauración, ya que pueden utilizar algunos instrumentos parecidos, pero que para su desarrollo no se tienen en cuenta los siguientes criterios que sí son esenciales en la restauración:
– Priorizar la conservación preventiva, esto es, mejorar las condiciones ambientales del lugar donde se custodia el libro para que estas no sean las causantes de su deterioro o lo propicien.
– Realizar la mínima intervención posible para garantizar su estabilidad tanto en la manipulación para la consulta o exhibición, como en el almacenaje.
– Facilitar la legibilidad de la intervención realizada, es decir, que la interpretación de la restauración sea fácilmente discernible, por ejemplo, a través de un intencionado contraste de tonos. Se debe evitar, en definitiva, la falsificación histórica: restaurar no significa dejar el libro como si fuera nuevo.
– Emplear materiales que sean reversibles. A veces esta cuestión no es posible completamente, pero es de suma importancia y por tanto debe ser tenida en cuenta tanto como sea posible.
– Garantizar la estabilidad de los materiales empleados. Para ello se debe conocer su composición, así como su afinidad con los distintos materiales originales y de qué manera pueden interactuar (a corto y largo plazo) con el resto de materiales utilizados en la restauración, así como con los que constituyen el libro: costuras, cubiertas, cabezadas, broches, madera, papel, pigmentos, tintas, pergamino, piel, adhesivos, etc.
Proceso de restauración
Cada intervención exige un tratamiento personalizado porque cada libro tiene unas particularidades en cuanto a materiales empleados y estructura. Teniendo esta cuestión en cuenta, se tomaron algunas fotografías del estado de conservación inicial.
Para poder acceder al enlomado original y corregir el estado de cristalización del adhesivo de origen animal, la rigidez y deformación que presentaba, se desmontaron los nervios y núcleos de cabezadas de la tapa anterior, ya que la tapa trasera estaba suelta y los nervios fragmentados. La idea principal era haber alargado los nervios fragmentados para poder unir de nuevo el cuerpo del libro a la cubierta que se hallaba suelta.
Pero el proyecto tuvo que ser modificado tras observar una serie de datos: el lomo de la encuadernación era más ancho que el cuerpo del libro. Además, el hecho de tener los nervios tan nítidamente fragmentados y carecer de restos de fibras, nos indicaba que faltaba parte del cuerpo del libro.
El resto de alteraciones que necesitaban intervención fueron abordadas de manera habitual. En primer lugar, se retiró el adhesivo cristalizado del lomo, para poder devolverle la flexibilidad perdida y permitir la apertura natural de los cuadernillos.
Se realizó una limpieza mecánica en zonas puntuales de los primeros cuadernillos del cuerpo del libro, uniendo desgarros e injertando las pérdidas de soporte que pudieran comprometer la correcta manipulación del libro. En restauración, se emplean papeles de muy poco gramaje para unir desgarros, para lograr la máxima transparencia y evitar opacidad que pueda perjudicar la lectura del texto. Y en los injertos, se debe tener en cuenta la similitud de ciertas características como los gramajes entre el papel original y el empleado para el injerto, así como su dirección y longitud de fibra, tonalidad o verjura. Además, es muy importante utilizar un adhesivo de base acuosa y de características afines al papel, que sea fácilmente reversible y, ante todo, que evite generar nuevas tensiones y deformaciones tanto en el soporte original como en el injerto.
En cuanto a la cubierta de pergamino, se optó por aplicar limpieza mecánica y química, pero no con la intención de eliminar su pátina natural ya que esto no formaría parte de una intervención mínima, sino de eliminar los restos de grasa procedente de las manos y de su consulta descuidada y reiterada, así como la posterior suciedad (polvo, etc.) adherida a la grasa. Por tanto, la pátina se respetó y el texto manuscrito presente en el lomo recuperó nitidez y contraste tras ambos procedimientos.
Antes de aplicar cualquier producto o iniciar ciertos tratamientos que puedan poner en peligro tintas, pigmentos o los distintos materiales que actúan de soporte, deben llevarse a cabo una serie de pruebas para cerciorarnos de que las intervenciones que se pretenden realizar son inocuas para el original (en todos los materiales que forman el libro) y asegurarnos de que la decisión que tomemos será adecuada y efectiva. Asimismo, se unió un desgarro e injertó una pérdida de soporte en el extremo superior del lomo de pergamino, utilizando pergamino natural. En este caso, la reintegración aseguraba la solidez de la estructura del libro y permitía su manipulación evitando el riesgo de que siguiera deteriorándose la cubierta en esa zona a causa de la falta de materia. Finalmente, y solo en la zona del injerto, se hizo una reintegración cromática, empleando materiales reversibles e inocuos.
La costura de las cabezadas estaba aflojada y sus núcleos estaban prácticamente sueltos. Se consolidó la costura, devolviendo el hilo original al lugar correcto y empleando hilo de cáñamo nuevo en las zonas donde era necesario reforzar los anclajes para proporcionar solidez a la unión de los cuadernillos y una adecuada sujeción a la cubierta.
Se realizó un enlomado de conservación, empleando materiales que por su propia composición no van a generar tensiones en el futuro y, por tanto, garantizan la correcta flexibilidad y manipulación del libro. El propio enlomado también ayuda a reforzar la unión del cuerpo del libro con la encuadernación, de manera que disminuye y equilibra la tensión que ejerce el anclaje del nervio con la tapa.
Los nervios que sujetaban la encuadernación por la tapa delantera fueron injertados y alargados para poder cumplir su función, utilizando material de idénticas características a los restos de los originales.
Una vez finalizados los procesos de intervención, del cuerpo del libro y de la cubierta de pergamino y tapas de papelote, se unieron nuevamente todas las partes y se reforzó el cajo delantero por la cara interna. Las guardas fueron injertadas y los desgarros unidos, con papel japonés y éter de celulosa (Metilcelulosa).
Por último, el reto que planteaba la situación de esta encuadernación, con una cubierta de lomo más ancho que el cuerpo del libro (han desaparecido, al final, cuadernillos), se solucionó elaborando una estructura con las medidas del volumen de la parte del cuerpo del libro que faltaba. Para ello, se utilizó material de conservación, ligero, inocuo y fácilmente extraíble, de manera que cualquier persona que se dedique a la investigación y quiera comprobar aspectos de la estructura interna de este libro, pueda hacerlo de manera sencilla.
A su vez, la incorporación de esta pieza permite que el libro se pueda cerrar con sus broches originales y que se mantenga erguido en la estantería y que los libros contiguos no lo deformen o hundan por presión su cubierta.
Conclusiones
El objetivo de esta intervención fue devolver la estabilidad al libro, respetando las características y estructuras que presenta en la actualidad, considerando las partes incompletas y dando valor a su imperfección o singularidad, sin alterar estas características.