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Behen, Emblemas, Eucaristía, Marcas de impresor, Marnef, Pelícanos
El ejemplar U/Bc IyR 0325; fue impreso en la oficina tipográfica de Franz Behen, en Maguncia, en 1549. Contiene la obra Commentaria Ioannis Cochlaei de actis et scriptis Martini Lutheri Saxonis, chronographice ex ordine ab anno Domini M.L.XVII. usq[ue] ad annum M.D.XLVI. inclusive fideliter conscripta: adiunctis duobus indicibus, & Edicto Wormaciensi; escrita por Johannes Cochlaeus (1479-1552), humanista y famoso polemista contra Lutero, sus escritos y pensamiento político-religioso.
Después del colofón presenta un ave y sus polluelos, con un lema en centro superior y filacteria «SIC» -«HIS QVI DILIGVNT» (Así – A los que se quiere):
Y bajo el grabado un texto explicativo en latín:
Exemplum ueri Pelicanum cernis amoris / Qui reficit pullos ipfe cruore fuos./ Sic amor est Christi, qui nobis sanguine fufo/ Restittuit uitam, ac in cruce regna dedit. (Verdadero ejemplo de amor el Pelícano que restaura a las crías con su sangre. Tal es el amor de Cristo que con su sangre restituye la vida y nos entregó su reino en la cruz).
El pelícano es uno de los símbolos de Cristo, de su martirio y muerte como salvación y, por antonomasia, del sacrificio y del amor a otros. En el catolicismo se asocia a la eucaristía: a la inmolación de Jesús que con su propia carne y sangre alimenta y redime a la humanidad.
Este paralelismo explica la interesante iconografía consagrada a esta ave: en los bestiarios, emblemas, en los sermones y en el arte; en marcas de impresor, en las encuadernaciones, breviarios, maderas talladas, esculturas, mosaicos, ornamentos, sagrarios y tabernáculos.
El símbolo se origina, probablemente, a causa de una descripción errónea, o por una mala traducción de las fuentes originales o de una mala interpretación de textos antiguos, transmitida y sobre estos elaboradas, a respecto de un ave exótica y lejana, de la que la tradición transmitía que se lastimaba a sí misma, abriéndose el pecho para alimentar, con su sangre, a los pequeños pelícanos hambrientos. Así, el pelícano, abriéndose el pecho para que mane la sangre sobre sus polluelos (normalmente 3), quedó transformado en símbolo del altruismo y en alegoría de Cristo.
La leyenda cristiana del pelícano fue popularizada a través de las versiones del Physiologus, el primero de los bestiarios cristianos y uno de los libros más difundidos y traducidos en la Edad Media. El Physiologus contiene un conjunto de descripciones de diversos animales, criaturas fantásticas, plantas y rocas, la mayoría con frases y sentencias moralizantes. De cada animal se muestra su descripción y se narran varias anécdotas, con el propósito de ilustrar ideas religiosas cristianas, dogmáticas y apologéticas, de sentido alegórico. No es un tratado de historia natural (a pesar de su influencia y autoridad en este campo durante siglos) pues no distingue criaturas fabulosas de especímenes reales; su propósito es más el utilizar elementos del mundo natural, para ofrecer esquemas simbólicos, interpretaciones metafísicas, moralizantes, significados místicos y trascendentes.
Obras impresas por Enguilbert Marnef, a principios del siglo XVI, con marcas de impresor compuestas en las que figura el Pelícano e indicaciones de la librería: «Venundantur Parrhifiis sub pelícano : In vico Sancti Iabobi» y «Venundantur in vico divi Jacobi ad signun pellicani» (Se venden en París, en el callejón de Santiago, bajo el signo del pelícano).
Según su relato la historia idealizada del pelícano se remonta al salmo 102, en el que David canta “Y he venido a ser como pelícano del desierto”. El Physiologus describe que los polluelos de esta ave, que reclamaban con mucha violencia la comida a sus padres, recibían la muerte con un brusco picotazo. Después de tres días, llenos de remordimientos, los padres indignos se desgarraban el pecho para regar con su sangre a los pequeños cuerpos inertes y, de esta manera, devolverlos a la vida. Esta leyenda se completa con Isaías 1,2 “Yo he criado hijos y los he engrandecido, /y ellos se han rebelado contra mí”. Que se asocia con la rebelión de los hombres contra el Dios padre y con la redención por la Cruz.
Eusebio, San Agustín y Santo Tomás, van completando la alegoría y el sacrificio del pelícano pasa a representar el sacrificio de Jesucristo. Lo que va transformando el símbolo del pelícano de emblema moral a un símbolo de la resurrección.
A causa de la interpretación de los Padres de la Iglesia, se asoció al pelícano con el ave fénix que resucita de sus cenizas, lo que llevó a identificarlas y confundirlas, afectando a la representación plástica de una y otra y al tratamiento de ambas como seres fabulosos o imaginarios. De esta manera, la representación tradicional europea del ave dista de la realidad, tal como en el grabado, hasta prácticamente el siglo XIX parece más una mezcla de cisne y ave fénix (con las que comparte simbolismos de muerte y resurrección).
No deja de ser interesante en el contexto de la polémica contra Lutero y la reforma, que figure como colofón o marca de impresor un símbolo eucarístico. Uno de los debates abierto por el protestantismo, fue la revisión de la creencia de atribuir a la hostia (el pan sagrado) y al vino el significado de ser la verdadera carne y sangre de Jesús. Negando este sentido milagroso al ritual, proponiendo la eucaristía simplemente como elemento simbólico de la participación en comunidad y aceptando en todo caso la consubstanciación en vez de la transubstanciación.
Como reacción la Iglesia Católica acentuó la importancia de la eucaristía y de la festividad del Corpus Christi (en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo). Lo que era una tradición se convirtió en dogma y en uno de los pilares propagandísticos del catolicismo. El ritual de la consagración en el altar del cuerpo en pan y la sangre en vino pasó a ser un elemento central del ritual, con exhibición en el momento de la consagración para que fuera oído y visto por todos. Además la custodia, donde se colocaba la hostia después de ser consagrada, se convirtió en un elemento de especial veneración. Los sagrarios y custodias pasaron a ser elementos centrales en los templos y elementos protagonistas de la mayor riqueza artística. El motivo del pelícano aparecerá, a lo largo del tiempo, en numerosas imágenes, pinturas, esculturas y vitrales, en grabados y recordatorios asociados a la eucaristía y a la comunión.
NOTAS
- Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos, Madrid: Siruela, 2002.
- Bestiario Medieval (edición a cargo de Ignacio Malaxeverría), Madrid, Siruela, 1989.
- Enciclopedia católica online.