La expresión «buscarle tres pies al gato» resulta, como mínimo, inquietante.
En el «Tesoro de la lengua castellana o española» dice Covarrubias: “Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de que uno quiso probar que la cola del gato era pie” (1611).
El Quijote (1605) recoge la expresión: «…y no ande buscando tres pies al gato».
No está claro si Cervantes utilizó la expresión por error o como disparate del hidalgo, pero desde luego la popularizó. Tanto es así que a partir del siglo XIX se utilizan más los tres pies que los cinco.
Cabe también la posibilidad de que la palabra «pie» se refiera a las sílabas del vocablo en cuestión y no a las extremidades del animal, pues el pie es una unidad métrica en la poesía clásica.
De momento no hemos encontrado tres pies a ningún gato, pero En “Colección de animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid” (1784) Juan Bautista Bru de Ramón nos muestra un ejemplar de pollo de tres pies.