La BHSC en Hispana. Exposición virtual del día del Libro

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HISPANA- Exposición Día del Libro

La Biblioteca histórica, cumpliendo su misión de divulgar el patrimonio bibliográfico de la UVa participa, junto a diferentes instituciones, en la exposición virtual de patrimonio bibliográfico, que realiza HISPANA PRO, con motivo del Día del libro.

Contribuimos en esta ocasión con el ejemplar U/Bc Ms 301 de nuestra Sección de Manuscritos. Sección formada por 529 volúmenes de temática variada (sobre todo historia y derecho), el ejemplar más antiguo es del siglo X y el más moderno un borrador de una tesis de 1921. Todos ellos se encuentran actualmente disponibles en formato digital en el repositorio UVaDoc.

U/Bc Ms 301 Primera página del texto.
Accesible para su descarga en PDF, Repositorio UVADOC

El manuscrito y su peritexto

Además de por su calidad, letra y contenido el manuscrito es interesante por las anotaciones realizadas por diferentes manos que aparecen en el texto, encuadernación y en sus hojas de guarda.

A la vuelta de la primera hoja de respeto presenta en estilizada letra gótica un exlibris manuscrito en tinta negra (variante del que figura en el U/Bc Ms 167) que dice: «D. Pe. de Me[n]doça».

Lo que hace pensar que el libro en algún momento perteneció al Cardenal Mendoza y que probablemente hace parte de la donación original de éste, con la que se inicia el fondo de la Biblioteca de Santa Cruz.  

Contiene también en las primeras hojas diferentes anotaciones numéricas (que parecen evidenciar diferentes ubicaciones de armario y cajón en la Biblioteca colegial, a lo largo de los siglos) y una rúbrica certificando el número de páginas conservadas (que se repite en otros ejemplares manuscritos al principio y final) probablemente realizadas por algunos de los responsables de la Biblioteca en los siglos XVI-XVIII.

Además, contiene dos anotaciones manuscritas del siglo XVI en el recto de la misma hoja, que indican, que, contra las Constituciones de la Biblioteca Colegial (que prohibían sacar libros de la Biblioteca incluso para llevarlos a las habitaciones) un lector lo hizo. Siendo nada menos que el precoz latinista y muy literalizado príncipe Carlos de Austria, hijo de Felipe II.

«Comentarios de cesar. Sacaronse de la libreria del collegio de Sta. cruz desta v[ill]a de vall[adol]id por mandado del p[ri]nçipe don carlos n[uest]ro s[eñ]or a 9 de mayo 1556.

Mandolos bolver su alteza sabido q[ue] avie Const[ituci]on que no se pudiessen sacar libros de la libr[eri]a a 11 del d[ic]ho mes y ano [rubricado]».

Descripción:

  • Título : [Comentarios a la Guerra de las Galias]
  • Título uniforme : [De bello Gallico. Latín]
  • Autor : César, Cayo Julio
  • Otro autor: Scarilem, Ambrosium (comentarios).

Formato: [2], 104 h. ; 31 x 22 cm. Manuscrito en latín en letra del S. XV (1440), sobre papel. Texto a plana. Títulos y capitales en rojo. Apostillas y notas parcialmente guillotinadas. Foliación coetánea a tinta. Caja de escritura 20,5 x 12,5 cm; 31 líneas. por página. Encuadernación en pergamino, tapa suelta enlazada. En los cortes: «Comentar d Cesar». Con Notas manuscritas y apostillas marginales.

González de Mendoza, Pedro (1428-1495), ant. pos.

Citado por : (Alonso-Cortés, 301, Rivera, 266, Olim., 247)

Signatura : U/Bc Ms 301

30 años del Proyecto Dioscórides

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En 2025 se cumplen 30 años del proyecto Dioscórides, que dio inicio a la digitalización de patrimonio documental de la Universidad Complutense gracias al convenio firmado con los laboratorios Glaxo-Wellcome. Por entonces pocas instituciones en España habían emprendido la aventura de digitalizar sus fondos. El Archivo General de Indias y la Fundación Sancho El Sabio fueron punteros en este campo y ofrecieron su asesoramiento en el despegue del proyecto, así como la Biblioteca Nacional o el Ministerio de Cultura.

Antonio Guzmán Guerra repasa la importancia de la obra de Dioscórides, que da nombre al proyecto de digitalización del fondo

En el año 2000 los equipos de digitalización se trasladaron a la Biblioteca Histórica, en la sede del Marqués de Valdecilla, que abría sus puertas tras la rehabilitación del edificio. De esta manera se continuaron digitalizando fondos de las diversas temáticas que alberga la colección. El catálogo CISNE fue dotado entonces de una pasarela que permitió incorporar la base de datos de libros y de grabados.

            Almudena Caballos (Jefa del Servicio de Edición Digital y Web de la BUC presenta una de las obras digitalizadas)

En la Jornada “La Biblioteca Complutense y la digitalización de su patrimonio: 30 años del Proyecto Dioscórides” que tuvo lugar el pasado 26 de marzo en el Edificio D de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense, se dieron cita representantes del Archivo de Indias de Sevilla, de la Fundación Sancho el Sabio, de la Biblioteca Nacional y de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria (Ministerio de Cultura) para repasar sus experiencias en digitalización y divulgación de los fondos. A continuación, debatieron en una mesa redonda sobre los desafíos iniciales y los retos futuros.

En la sesión de tarde, diversos representantes de la institución presentaron las colecciones digitalizadas del fondo de la BUC (manuscritos, incunables, grabados japones, cartografía, fotografía) accesibles a través de la web Patrimonio Digital Complutense. A continuación se sumó Dolores Romero (de la Facultad de Filología) para moderar una mesa redonda sobre los retos del patrimonio bibliográfico con la perspectiva de la IA y las Humanidades Digitales. Entre los comentarios y preguntas de los asistentes, se habló de la Universidad de Valladolid por la herramienta Transkribus, fruto del proyecto ETSO: Estilometría aplicada al Teatro del Siglo.

Todas las colecciones digitales de la BUC están publicadas en el portal de Patrimonio Digital: https://patrimoniodigital.ucm.es/

Cabecera de la Web de Patrimonio Digital de la Universidad Complutense

Años de aparición de la imprenta en diferentes ciudades. Ponencia de Fermín de los Reyes (Facultad Documentación UCM)

Tras la Jornada, concluimos que la digitalización siempre ha supuesto un reto y, tras lo aprendido después de todos estos años, hay que refinar los procesos para ser eficaces y que los resultados perduren en el tiempo. Se requiere una inversión en preservación y mantenimiento que muchas veces supone un freno para el desarrollo de proyectos si la perspectiva es cortoplacista.

La Inteligencia Artificial plantea un desafío, pues los cuerpos documentales sirven para su entrenamiento, pero han de contemplarse los derechos de autor para no incurrir en violaciones de derechos de autores o editores. No obstante, teniendo los documentos digitalizados, siempre será posible crear y desarrollar chatbots adaptados a necesidades concretas que pueden irse transformando y adaptando a los requerimientos técnicos, institucionales o de investigación.

Es importante dotar a los objetos digitales de suficientes metadatos, que cada vez son más complejos pero que son los que permiten la versatilidad y clara identificación de las copias.

La digitalización ayuda a conservar los originales y a democratizar su acceso pero también implica un coste de mantenimiento, migración y preservación que hay que prever para asegurar la conservación de las copias. Desde la Biblioteca Nacional se aboga por un Sistema Estatal de Preservación que unifique las prácticas de diferentes instituciones y que garantice la conservación a largo plazo. Esto sería de gran ayuda para instituciones que no cuentan con muchos recursos y han de improvisar soluciones sin apenas asesoramiento.

La difusión es clave porque acerca la digitalización a la ciencia, la investigación y el conocimiento de la sociedad. El uso que hacen los investigadores de nuestras colecciones es una piedra angular en el avance del conocimiento científico.

En conclusión, el perfil del profesional de bibliotecas es hoy muy diferente al de hace 30 años, y deberá seguir transformándose a medida que la inteligencia artificial y otros desarrollos vayan transformando los procesos de trabajo.

Del trabajo bibliotecario a lo largo del tiempo

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El 11 de febrero de 1380 nacía Poggio Bracciolini, erudito, humanista, amanuense, notario, canciller de Florencia, secretario papal, copista fabuloso, polemista y satírico famoso, incansable perseguidor de manuscritos perdidos de la antigüedad clásica y autor de notables tratados.

Copista de velocidad y calidad extraordinaria, desarrolló una caligrafía (lettera antica), con base en la minúscula carolina. Se le considera​ el principal impulsor de la letra humanística, que difundió desde su trabajo como notario y a través de la secretaría del Papa. Su letra, limpia, regular y muy clara, fue modelo para los tipos latinos del impresor veneciano Aldo Manuzio, origen de la letra humanística de imprenta.

De su figura, polémicas y trabajos trató detenidamente Stephen Greenblatt en «El giro: de cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno» (2011), ensayo en que contextualiza cómo el hallazgo de una copia de «De rerum natura«, la obra en verso del filósofo romano Lucrecio, en un olvidado monasterio alemán, reintrodujo en el pensamiento conceptos que contribuyeron al giro humanístico y cultural que supondría el Renacimiento.

El ejemplar impreso U/Bc 09346 de la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz contiene algunos de sus originales ensayos:

Poggii Florentini oratoris et philosophi Opera, collatione emendatorum exemplarium recognita (Basileae : Apud Henrichum Petrum, 1538). U/Bc 09346

En el verso de la hoja de guarda, de mano de algún bibliotecario antepasado, figura una nota de referencia, advirtiendo que Biblioteca disponía, de partes de las obras de Poggio en un manuscrito, indicando la ubicación antigua:

«Las dos obras De avaritia et Luxuria y De Infelicitate principium de este autor se encuentran en el MS. nº 102 Arm. de la izq.da balcón 1º de esta Bib. caja nº 9. Con algunas variantes.»

Por las referencias a los cuerpos y cajones deducimos que ambas obras estaban ya en la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz antes de los cambios a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX. El manuscrito en el Armario 1 (original del siglo XVIII) de la actual sección de Incunables y el impreso en la balda 314 de la Biblioteca histórica.

El manuscrito (actualmente signatura U/Bc Ms. 088) en el verso de la 1.ª hoja de guarda contiene notas de la misma mano, indicando que la obra se encuentra impresa y la referencia antigua (a la que se ha añadido a lápiz en letra moderna la actual].

«Esta obra De Avaritia et Luxuria, de Poggio, se encuentra impresa la primera entre las de este autor Edic. de Basilea de Enrique Pedro, cajon 314 de esta Biblioteca.» Añadido en letra moderna «[Signatura: 9346]».

En el verso de la 2.ª hoja de guarda aparece el título en la letra del Manuscrito: «Poggius de vicio[rum] gradu et infel[i]citate principum».

Y en el fol. 42 v. se encuentra la otra anotación: «Esta obra está impresa a la pág. 390 de la obra de Poggio, Basilea, apud Henr. Petrum, existentes en esta Biblioteca, cajon 314. Vé la nota puesta á la portada de este MS.»


En notas trasladas de las fichas papel a Almena se lee: «Vista la obra, sign. 9346, en la h. de guarda delantera, se lee: «con algunas variantes», refiriéndose al manuscrito.

El manuscrito, según Alonso Cortés y Rivera Manescau es italiano en letra humanística del siglo XVI (aunque podría ser anterior), y se puede descargar en el Repositorio UVaDoc.


El ejemplar impreso se encuentra en buenas condiciones de conservación aunque le falta la parte final, que ya había perdido cuando fue encuadernado en el siglo XVII, solo conservando la p. 420 parcialmente tachada. Mutilaciones y tachones, por obra de la censura como confirma la consulta a ejemplares de la misma obra en otras Bibliotecas.


Las notas, antiguas referencias de catálogo, tejuelos y anotaciones de signatura conservadas en los ejemplares son muy valiosas, no solo porque evidencian los trabajos de los antiguos bibliotecarios (que no pocas veces, y como en este caso nos orientan a la hora de atribuir autoridades normalizadas a otras obras) sino también para tratar de reconstruir la historia de los libros y las Colecciones originales a que pertenecieron y de las que se ha ido nutriendo la Biblioteca Histórica a lo largo de los siglos.

De cegueras y palabras que iluminan

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La ceguera ha sido utilizada de forma metafórica a lo largo de la historia para representar castigos divinos (como el caso de Sansón), falta de cualidades o perspectiva, pero también otras formas de visión. Podemos encontrarla en el mismo mito de la caverna de Platón (donde simboliza ignorancia y oscuridad) y en Edipo Rey, cuando el protagonista se arranca los ojos como autocastigo al descubrir que ha matado a su propio padre. En simbología religiosa también se ha usado como rasgo de humildad, es el caso de Santa Lucía, que aún cuando le extrajeron los ojos, no perdió la visión. Saramago la utilizó en su ensayo como metáfora del colapso social y, dentro de la literatura picaresca, uno de los amos del Lazarillo de Tormes es ciego.

Texto de Sófocles. Edipo tirano. En Madrid: en la imprenta de Sancha, 1793

En la propia Fachada de la Universidad de Valladolid, representativa del Barroco civil castellano, encontramos a la Sabiduría materializada en la escultura de una mujer que sostiene un libro en la mano mientras pisa a un niño que tiene los ojos vendados como símbolo de la ignorancia pueril.

Representación de la Sabiduría en la Fachada de la Universidad de Valladolid

También se ha utilizado la ceguera como metáfora de ecuanimidad, es el caso de la Justicia, que en el siglo XV comenzó a representarse con una venda en los ojos como imagen de la imparcialidad.

Marca de impresor de Guillaume Evrard en la que la Justicia, con ojos vendados, besa a la Paz

Se considera que Homero fue un poeta ciego y ha sido representado en muchas ocasiones acompañado de un lazarillo y portando una lira, pero no se sabe a ciencia cierta si era así (ni siquiera si existió). Esa ceguera física, real o no, sería un acicate para entrenar la memoria y es toda una paradoja que contrasta con la visión interna y la capacidad visionaria.

Tiresias, el adivino griego más conocido, también eran ciego. Perdió la vista pero adquirió una visión avanzada, el poder de la adivinación. La cultura griega y su uso de las metáforas constituye un esfuerzo por ir siempre más allá de lo visible.

Cuenta la leyenda que Demócrito, el filósofo griego contemporáneo de Sócrates, se arrancó los ojos para poder meditar mejor, para no ser perturbado por la visión.

Gorter, J. de. (1780). Cirugia expurgada. En Madrid: en la imprenta de Pedro Marin, 1780

Son muchos los escritores ciegos que han demostrado que la literatura es una forma de ver el mundo sin necesidad de ojos.

James Joyce padeció una disminución de la visión, debido a que que sufría síndrome de Reiter, aunque algunos estudios recientes señalan que la causa de su ceguera podría haber sido la sífilis que padeció.

Luis de Camões, autor del poema épico Os Lusíadas, que narra las hazañas de los navegantes portugueses, perdió un ojo tras incorporarse al ejército y luchar en Ceuta. Son curiosos los grabados que le representan con un ojo cerrado, indicando que había perdido la visión del mismo.

Camões, L. de. Lusiadas. En Madrid: por Iuan Sanchez, 1639. Sign: U/Bc 07777

John Milton, autor de El paraíso perdido, quedó completamente ciego antes de escribir su obra maestra, que tuvo que dictar a sus asistentes.

Otro caso notable es el de Helen Keller, la primera persona sordociega que consiguió licenciarse en la Universidad (en Harvard), y que ejerció de activista y escritora. En sus ensayos y autobiografía destacó el poder del lenguaje y la educación en la vida de las personas con discapacidades.

Probablemente es Borges el escritor ciego más conocido. En su discurso sobre “La ceguera” se refirió a la suya como una ceguera modesta porque era total de un ojo y parcial del otro, lo que le permitía vislumbrar algún color. Describió la ceguera como una forma de introspección: «La ceguera no ha sido para mí una desdicha total, no se la debe ver de un modo patético. Debe verse como un modo de vida: es uno de los estilos de vida de los hombres». En el poema de los dones dice:

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán.

Parece que el personaje de Jorge de Burgos, antiguo bibliotecario de la abadía en «El nombre de la Rosa» de Umberto Eco, sería un homenaje a Borges. Nos da la pista su ceguera pero también su hispanidad, que fue elegida por ser España la cuna de los «Beatos». El personaje cita repetidas veces el Apocalipsis, y fue el encargado de llevar a la abadía varias reproducciones del Beato desde España.

En el propio «Beato de Valcavado» aparece una miniatura intercalada en el texto de un cuervo devorando el ojo a un ahogado. Se trataría del primer explorador que envió Noé antes de la paloma.

Beato de Liébana. Comentarios al Apocalipsis, con varios prólogos e interpolaciones y seguido de la explicación del libro del profeta Daniel por san Jerónimo. Con miniaturas de Oveco. S.X (970)

Dice Derrida en “Memorias de ciego” que el ciego puede ser un vidente, que tiene en ocasiones vocación de visionario. En esta obra, que en principio iba a ser el catálogo de la exposición “Memorias de ciego. Del autorretrato y otras ruinas” que él mismo comisarió para el Louvre, se pregunta si la ceguera es una posibilidad para otro tipo de visión, para aquello que los videntes no pueden ver, para lo que estarían también ciegos.

Descartes, R. L’ homme  de René Descartes, et la formation du foetus. A Paris : Par la Compagnie des Libraires, 1729


Para Platón la “doxa”, que podemos asimilar a una forma de ceguera, suponía un conocimiento engañoso forjado a través de los sentidos, una repetición automática de viejas opiniones. Parménides también utilizó este concepto para distinguir la vía de la verdad de la de esta doxa u opinión personal. Parménides no puede estar más de actualidad en su tesis, pues la época de las fake news se presta a muchos debates en los que se opina sobre temas y conceptos de los que se tiene un falso, superficial o adulterado conocimiento. Las redes sociales son caldo de cultivo para la opinión rápida, el discurso básico sin profundidad, el blanco y negro sin matices y proponen en ocasiones simplicidades peligrosas, porque la realidad acostumbra a ser compleja, caleidoscópica y subjetiva. Las explicaciones simplistas encajan en la inmediatez de los discursos del marketing pero no en las mentes críticas.

Cuántas veces como bibliotecarias no hemos dado con algún usuario que, cegado (metafóricamente hablando) pide una obra muy concreta pero, tras indagar por qué y para qué la quiere, le reconducimos y ofrecemos una alternativa que se ajusta más a sus necesidades. Sería esta una ceguera fácilmente remediable si encontramos un profesional especializado y si este, a su vez, sabe hacer las preguntas adecuadas.

La cantidad de información a la que nos exponemos diariamente resulta abrumadora, puede causar ceguera y, sumada al potencial de la Inteligencia Artificial, que es capaz de realizar búsquedas en inmensos océanos de datos parametrizados, obliga a que el elemento humano ponga orden y filtre, primero en su cabeza y, en el caso de la IA, con el prompt de solicitud, hasta delimitar qué es exactamente lo que necesita. En este punto resulta crucial el factor humano de reflexión y filtro, los chatbots de Inteligencia Artificial que utilizamos actualmente responden en ocasiones con información no pertinente que, para aceptar o descartar, hay que conocer. La Inteligencia Artificial juega el papel de una buena bibliotecaria si le hacemos las preguntas (prompts) adecuadas, tenemos claras cuáles son nuestras necesidades, y una mínima noción de lo que estamos preguntando. Es una tecnología poderosa en su capacidad de procesamiento, pero se encuentra «ciega» en muchos aspectos fundamentales de la experiencia humana.

Grabado en: Descartes, R. L’ homme  de René Descartes, et la formation du foetus.
A Paris: Par la Compagnie des Libraires, 1729

Descartes utilizó la analogía del ciego para explicar cómo percibimos el espacio. En sus obras encontramos grabados de un hombre que se guía mediante un bastón que le ayuda a identificar la ubicación de los objetos y puede reconocer con sus manos las contornos y tamaños de las cosas. Con la Inteligencia Artificial vamos a tientas también, probando y comprobando con nuestra limitada visión, qué partido le podemos sacar, de qué tareas tediosas nos liberará y cómo transformará nuestro mundo. Supone todo un desafío filosófico y social si queremos evitar convertirnos en ciegos guiando a ciegos.

La parábola de los ciegos de Pieter Brueghel el Viejo, 1568 (Expuesto en Museo di Capodimonte de Nápoles, Italia)

Fragmenta : la hoja de guarda final del Beato

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Aunque desconocemos cuantas y de qué importancia fueron las reencuadernaciones que a lo largo de sus más de 1000 años se realizaron sobre el manuscrito del Beato de Valcavado, sí conocemos que la última, realizada en 1970, sustituyó una encuadernación del siglo XVIII o principios del XIX (que se conserva) por la que presenta en la actualidad.

Dejemos para otro día la encuadernación del XVIII y los restos que hay en ella de anteriores intervenciones y centrémonos en esta ocasión en la hoja de guarda final. Un fragmento de pergamino manuscrito, con algunas pérdidas, de textura y color diferente al resto, a dos tintas (negro rojo), en letra probablemente del siglo XIII, con una estilizada ilustración en la capitular y un fragmento de partitura en el verso.

U/Bc MS 433, hoja de guarda final.

El fragmento procede seguramente de un breviario (libro de la liturgia religiosa católica que recoge el conjunto abreviado de las celebraciones a lo largo del año) y contiene la Pasión de Santa Leocadia (Passio sancte Leocadie virginis qui obiit Toleti sub Daciano preside Vº idus decembris).

G. de Andrés (1978, p. 538 n.56) y Ruiz Asencio (2002, p.90) consideran que forma parte del códice desde por lo menos el siglo XVI. Ruiz Asencio propone que el folio se aprovechó posteriormente a 1568, cuando los viejos breviarios fueron sustituidos por los nuevos textos, (adaptados al Concilio de Trento), por disposición de la Santa Sede. Dado que esta reforma dejó obsoletos los textos de los breviarios antiguos, muchos de ellos terminaron sus días vendidos y en manos de encuadernadores. En base a esto, Ruiz Asencio, concluye:

«de haber acertado en esta suposición, hemos de deducir de ella que el Beato conoció una encuadernación en el último cuarto del XVI, cuando estaba en Toledo o Madrid, o en el siglo XVII en el colegio Vallisoletano de San Ambrosio.»

Pero pudiera ser anterior, dado que los breviarios manuscritos ya no tenían razón de ser desde la reforma del Cardenal Cisneros de la iglesia de la Corona de Castilla, quien desde 1495 acometió una importante labor de recopilación, unificación y ordenación litúrgica, reuniendo gran cantidad de códices para proceder a una reconstrucción y fijación de la liturgia que culminó en la impresión de un nuevo misal y breviario.

Lo que parece evidente es que se encontraba como guarda en el XVI, ya que este fragmento tiene anotaciones de la misma mano que en otras partes del manuscrito y que se atribuyen a Jerónimo Román de la Higuera (Ruiz Asencio, 2002, p.89).

El verso de la hoja es también interesante, dado que contiene fragmentos de la letra y notación musical (de un himno?), aunque bastante ilegible. Presenta mancha del adhesivo o de la piel de alguna encuadernación más antigua.

Poco más podemos decir, por el momento, de esta guarda o de la obra a la que pertenece. Quizás si apareciesen otros fragmentos pertenecientes al mismo manuscrito podríamos conocer más de la historia y peripecias del Beato en el tiempo que discurre desde que lo viera Ambrosio de Morales en León en 1572 y hasta que reaparece en la UVa alrededor de 1770. Momento en que se integra en la colección, probablemente entre los libros que provenían del Colegio de San Ambrosio de los Jesuitas. Ocasión en la cual, suponen Rivera Manescau (1925) y Timoteo Orcajo (1930), se reencuadernó, dado que la anterior se encontraba en mal estado. Nos limitamos a dejar referencia y noticia por si alguna investigadora tuviese interés y las herramientas adecuadas para profundizar en la descripción y pesquisa.

La imagen de delicada factura, ilustración a pluma, representa probablemente a la mártir. Es de estilo románico tardío, contemporáneo de la caligrafía, de fines del siglo XII o comienzos del siglo XIII (Ruiz Asencio, 1993, p.48).

Leocadia de Toledo

La festividad de Santa Leocadia, se celebra el 9 de Diciembre (la fecha en el manuscrito corresponde al calendario Juliano, que añade 4 días al Gregoriano, establecido en 1582). El culto a Santa Leocadia, en Toledo, es antiguo, se remonta por lo menos al siglo VIII. El relato hagiográfico de su prisión y muerte fue narrado desde el siglo VII.

Publio Daciano, prefecto romano de Hispania y gobernador de la Bética, aplicó el mandato de Diocleciano para la erradicación y persecución de los cristianos.​ Así, en Toledo, en los primeros años del siglo IV, Daciano manda encarcelar a Leocadia, por su ostentación de la fe cristiana y rechazo a la apostasía.​ Leocadia, joven de familia noble y muy conocida en la ciudad por su proselitismo fue encerrada y encadenada en una mazmorra para que reflexionara sobre los tormentos que la esperaban. Pero Leocadia muere en prisión, pasando a ser ejemplo de abnegación y persevernacia.

La persecución de Abderramán I contra los cristianos provocó que se trasladaran sus reliquias, que fueron llevadas a Oviedo, donde Alfonso el Casto erigió un templo en su honor.​ De Oviedo, las reliquias fueron llevadas a Flandes en el siglo XII. Por mediación de Felipe II los monjes del cenobio de Saint-Ghislain (diócesis de Cambrai), donde estaban entonces depositadas, acceden a entregarlas y en 1587 llegan a la catedral de Toledo. Reposan en arca de plata fabricada por el platero Merino en El Ochavo de la catedral.

La iconografía tradicional de su representación es orante, ante una cruz dibujada o grabada en la celda de la prisión o con la palma del martirio. También ante el pretor, azotada y en prisión. En otras ocasiones se la representa en su aparición a san Ildefonso de Toledo.

En este caso, el rectángulo que le sirve de marco parece aludir a una celda estrecha.

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Referencias

Andrés, Gregorio de : «Nuevas aportaciones documentales sobre los códigos «Beatos»», en Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, Madrid, 1978, nº 81, p 519-552.

Rivera Manescau, Saturnino : «El ‘Beato’ de la biblioteca de Santa Cruz de Valladolid. Procedencia y vicisitudes» en Boletín de la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de la Provincia de Valladolid» I, 1925 p.34-36.

Rojo Orcajo, Timoteo : «El ‘Beato’ de la biblioteca de Santa Cruz» en Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1930, p.10.

Ruiz Asencio, José Manuel : «El códice del Beato de Valcavado» en El Beato de Valcavado : estudios, Valladolid : Fournier Artes gráficas, 1993 p.36-48. (Anexo de textos que acompañan la ed. Facsímil realizada por la UVa en 1993).

Ruiz Asencio, José Manuel : «El códice del Beato de la Universidad de Valladolid» en El beato de la Universidad de Valladolid, Madrid, Testimonio Compañía editorial, 2002, (col. Scriptorium, 16) p.65-91.

O tempora, o monstra

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En las últimas jornadas hemos presenciado eventos monstruosos en el sentido de “excesivamente grandes o extraordinarios en cualquier línea”. La palabra “monstruo” procede del latín “monstrum” y a su vez del verbo monere, que significa “advertir, avisar”. En la Antigüedad la aparición de algo extraordinario que no siguiera las leyes de la naturaleza era interpretado como un aviso o advertencia de los dioses.

El monstruo emparenta con la bestia, situada en los márgenes de lo que es humano o animal pero dentro del perímetro de la vida o, al menos, del imaginario y proyección que hacemos de ella. Los monstruos rompen el orden natural y cuestionan todo aquello que se considera “normal”. Nacen de un imaginario colectivo a partir de una diferencia, casi siempre corporal, que se hace evidente. Provocan fascinación, admiración, pero a la vez odio y rechazo. La construcción de una línea que separe lo normal de lo patológico ha acompañado siempre a la humanidad. Lo normal se asocia a la estadística mientras que lo patológico va más unido a la biología.

Los monstruos son una interpretación simbólica, una explicación fácil de recordar, que se va convirtiendo en parte del acervo cultural. En épocas de grandes cambios, de rupturas de paradigmas y modelos consolidados, la razón tiende a suspenderse y de su sueño aparecen monstruos. Hay momentos a lo largo de la historia propicios al monstruo. Los milenarismos y decadentismos, los cierres de los grandes ciclos de las civilizaciones, con su evidencia de punto término de lo consolidado, de lo sabido y de las maneras de aprender y a la vez las expectativas y terrores a lo desconocido por venir. Ese ambiente general de ruina, de demolición y abandono de lo pasado, de incertidumbres, de nuevos cánones y de acumulación súbita de novedades parcialmente interpretadas, hace posible al monstruo. En el salto de conocimiento, descubiertas náuticas, geográficas y sociales al contacto con territorios y otros espacios de la humanidad en el Renacimiento; en el Siglo de las Luces; en el período entre siglos XIX y XX, o en la globalización de la era digital: al calor de tanto cambio y subversión se vislumbran numerosos monstruos en el horizonte.

La mitología está repleta de criaturas a caballo entre lo humano y lo monstruoso, no solo por su comportamiento, sino también por su apariencia física. Suelen combinar características de criaturas existentes e imaginarias y se enfrentan tanto a dioses como a héroes.

-Medusa

Un buen ejemplo es Medusa, un monstruo femenino del inframundo que convierte en piedra a todo aquel que la mire fijamente a los ojos. Según cuenta el mito, Medusa fue violada por Poseidón y, enfurecida, Atenea transformó su hermoso cabello en serpientes. Fue decapitada por Perseo, que utilizó después su cabeza como arma.

Ovidio Nasón, P. Metamorfoseos ó Transformaciones de Ovidio. Nueva ed. Madrid: Imprenta Real, 1805. Signatura: U/Bc BU 06614

El polifemo

Polifemo, hijo de Poseidón, es el más famoso de los cíclopes, miembros de una raza de gigantes con un solo ojo en mitad de la frente. Esta fábula de Góngora es un poema épico que transcurre en Sicilia, donde vive Polifemo, que está enamorado de la ninfa Galatea, la narradora de la obra. En el grabado se ve cómo Polifemo sube a una roca con una flauta para enamorar a Galatea, pero ella está enamorada de un pastor.

Góngora y Argote, L. de. El Polifemo. En Madrid: por Iuan Gonçalez, 1629. Signatura: U/Bc 09254

– El grifo

El grifo es un animal mitológico con parte superior de águila y parte inferior de un león, con pelaje, patas musculosas y cola larga. Suele ser interpretado como una bestia benigna (tira del carro en la Divina Comedia de Dante), incluso una representación de Jesús, aunque también se ha usado como imagen de todo lo contrario

En este emblema sostiene entre sus manos la parte “ad augusta” del lema “Per angusta ad augusta” algo así como “hacia el triunfo desde lo dificultoso” o, de forma más literal “desde caminos estrechos hacia las alturas”.

Como curiosidad, el uso extendido de este animal en fuentes y surtidores de las calles de Roma, hizo que la gente acabara utilizando la palabra grifo como sinónimo de fuente o surtidor.

Una de las utilidades de los monstruos además de ilustrar los relatos de los marineros, era prevenir frente a los posibles peligros que acechaban en aguas o territorios desconocidos. De esta manera encontramos monstruos marinos, dragones, serpientes, caníbales, y otras figuras monstruosas en mapas, atlas y globos terráqueos. Como los de esta «Historia Olai Magni Gothi...de gentium Septentrionalium«. Su autor realmente pensaba que los monstruos que incluyó existían y que representaban un peligro para los marineros.

«Historia Olai Magni Gothi… de gentium Septentrionalium uariis conditionibus statibusúe & de morum, rituum…» Basileae: ex officina Henricpetrina, 1567. Signatura: U/Bc BU 05924

Ulyssis Aldrovandi, médico nacido en Bolonia en 1522 publicó Monstrorum historia (1642), obra en la que recopila numerosas deformaciones anatómicas, monstruos, criaturas mitológicas, plantas aberrantes o cuerpos celestes. Las numerosas xilografías que lo ilustran tienen un gran interés simbólico. Aquí podemos ver un ser compuesto por cabeza humana y cuerpo de cerdo.

Cerdo con rostro humano en: Vlyssis Aldrovandi patricii Bononiensis Monstrorum Historia...
Bononiae: typis Nicolai Tebaldini: impensis Marci Antonij Bemiae, 1642

Los monstruos han sido utilizados como símbolos de nuestros miedos más profundos, como manifestaciones de lo que no entendemos o como metáforas de las partes oscuras de la naturaleza humana. Son pues, una invitación a reflexionar sobre lo que significa ser humano. Los libros, como vehículos para explorar esas profundidades, se convierten en puertas abiertas a la comprensión, la empatía y, en definitiva, a la aceptación de todo lo que nos hace humanos.

Imagen generada con tecnología DALL·E 3

Como decíamos ayer, el comienzo siempre es hoy

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“El comienzo siempre es hoy” es una frase atribuida a Mary Wollstonecraft, madre de Mary W. Shelley, la creadora de Frankenstein. Con esta filosofía iniciamos el curso 2024-2025 que se inauguró el pasado viernes 20 de septiembre. Iniciamos o continuamos el ciclo…

La propia ciclicidad de la naturaleza hizo que las primeras civilizaciones tuvieran un modelo circular de medición del tiempo. En los filósofos presocráticos encontramos planteamientos flexibles del concepto «tiempo», como un flujo constante en Heráclito, “algo eterno y estático” en Parménides, o indisociable del movimiento en Aristóteles.

El concepto lineal en Occidente se atribuye al relato del Antiguo Testamento, que marca un momento de creación del Universo y da a entender que tendrá un final revelado.

Es Newton, en su Principia Mathematica (obra que marca los fundamentos de la física y astronomía actuales), quien determina que el tiempo absoluto existe independientemente de que alguien pueda percibirlo o no, y progresa a un ritmo constante en todo el Universo.

En los emblemas, imágenes provistas de leyendas muy usadas entre los siglos XV y XVIII para revelar enseñanzas morales, también se representa esa linealidad, por ejemplo en el emblema XXVIII de Saavedra Fajardo. Este “Symbolum XXVIII” reza: «Consta esta virtud de la prudencia de muchas partes, las cuales se reducen a tres: memoria de lo pasado, inteligencia de lo presente y providencia de lo futuro. Todos estos tiempos significa esta empresa en la serpiente, símbolo de la prudencia, revuelta al cetro sobre el reloj de arena, que es el tiempo presente que corre, mirándose en los dos espejos del tiempo pasado y del futuro, y por mote aquel verso de Homero, traducido de Virgilio […]”

Saavedra muestra así que la prudencia debe asistir siempre las decisiones de gobierno, teniendo en cuenta tanto el pasado como el futuro, representados con esos dos espejos.

Grabado de «Idea principis christiano-politici centum symbolis expressa», 1649. (U/Bc BU 09467)

El tiempo (Cronos) también suele ser representado con un reloj de arena en una mano y una hoz en la otra, como en esta marca del impresor Petri Arnaud y su reconfortante leyenda “Semina fortunae geminat cum tempore virtus”: Con el tiempo, la virtud duplica las semillas de la fortuna. Se puede ver a Fortuna dejando caer semillas ante el Tiempo, que arrastra un arado dirigido por Minerva.

Los relojes analógicos que aún utilizamos suelen tener forma circular, ya que esa es la manera más eficiente de medir el tiempo, pues la medición es siempre precisa cualquiera que sea la posición de las manecillas.

La figura circular es la representación gráfica de la propia ciclicidad de la vida, de lo eterno y su constante regeneración, de que todo inicio no deja de ser una continuación.

Algo así representa el uróboros, esa serpiente o dragón que forma un círculo para engullir su propia cola como metáfora de la naturaleza cíclica de las cosas, de lo que nunca desaparece, sino que renace o cambia para siempre. Destrucción y renacimiento en un ciclo que se retroalimenta, como la misma vida.

La tecnología del libro, especialmente en libros antiguos, es una máquina del tiempo (en este caso cuadrada o rectangular) que rompe las barreras espacio-temporales y nos ofrece conocimientos de autores de otras épocas y lugares.

Más de cuatro siglos contemplan este ejemplar de encuadernación renacentista (U/Bc BU 02340)

Comencemos este curso o, más bien, reiniciémoslo sumando, a toda la sabiduría de los anteriores, la que nos ofrecen los libros para que, si tropezamos con las mismas piedras (cosa de nuestra naturaleza) en vez de caer, lleguemos más lejos.

Los libros como armas

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La tercera entrega de la saga John Wick tiene un curioso inicio al que llegué por casualidad en una noche de sofá y zapping que me dejó con los ojos abiertos como platos. Es lo último que hubiera esperado en una película sobre un asesino a sueldo, pero la vida y el celuloide te dan sorpresas.

La secuencia en cuestión no tiene desperdicio. Al inicio se ve a Wick (Keanu Reeves) entrando en la biblioteca y corriendo por el pasillo de la sala de investigadores, que apenas le prestan atención pues están enfrascados en sus lecturas. Al llegar al mostrador, tiene que esperar a que una usuaria devuelva su libro y allí le aguarda la típica bibliotecaria de película. Se trata de una mujer mayor, con gafas de pasta y vestimenta ocre que, de forma lacónica y expeditiva, tras una rápida búsqueda en el catálogo, le indica a John Wick dónde puede encontrar el libro por el que pregunta («Russian Folk Tale, Aleksandr Afanasyev, 1864), “2ª planta…” A Wick le viene bien esa parquedad, pues mira su reloj apremiado por su inminente expulsión de la organización a la que pertenece.

Haciendo gala de su condición de usuario avanzado, el protagonista da a la primera con la estantería correcta y allí encuentra el libro que buscaba, no por su contenido literario, sino por su contenido material, pues ha sido manipulado para esconder varias piezas de gran valor por las que Wick se ha tenido que batir el cobre. Uno de los cuentos que contiene el libro real es precisamente “Vasilisa la bella” un cuento de hadas en el que la protagonista mantiene a los visitantes alejados de la guarida da la bruja Baba Yaga, que es el sobrenombre con el que se conoce a John Wick. Este juego de referencias puede sugerir que la saga no es más que una recreación del cuento.

Un Baba Yaga o un Hércules, pues al protagonista le aparecen contrincantes que parecen reproducirse como la hidra de los Trabajos de Hércules, que regeneraba dos cabezas por cada una que le amputaban.

Grabado de «Symbolicarvm quaestionvm de vniuerso genere», 1574. Signatura: U/Bc 09106

De repente irrumpe Ernest (interpretado por el jugador serbio de la NBA Boban Marjanović), que sostiene una Divina Comedia entre sus manos y lee (en inglés) el pasaje: “Pensad en vuestro origen. No habéis nacido para vivir como brutos, sino para alcanzar la virtud y el conocimiento”. En italiano: “Considerate la vostra semenza: fatti non foste viver come bruti, ma per seguir virtute e canoscenza.«

Texto de «Comedia del diuino poeta Danthe Alighieri», 1536. Signatura: U/Bc BU 07017

Tras rematar a su adversario utilizando el libro a modo de arma, culmina la escena con un gesto que le convertiría en usuario de bien si no fuera por la sangre que se ha quedado adherida a la cubierta: coloca el libro en su correspondiente lugar en la estantería.

Y es que los libros son armas, pero no arrojadizas. Esto nos recuerda al coronel Marincola, que no entendió la metáfora cuando al entrar en la Universidad Nacional de Luján preguntó a gritos “¿Dónde están las armas?” A lo que el profesor Mignone le respondió: “En la biblioteca”, y para allá mandó a sus soldados el infeliz…que quedaron decepcionados al no encontrar otra cosa que libros.

Fue el profesor de literatura Thomas C. Foster quien dijo «La lectura es un deporte de contacto«. Asimismo Eva Orúe, directora de la última Feria del Libro de Madrid, aprovechando que esta se realizó en colaboración con el Comité Olímpico, destacó que «la lectura puede ser considerada un deporte de riesgo, al igual que una forma efectiva de mantenerse mentalmente en forma».

Publicidad de la editorial Turner

En una secuencia más avanzada de la película, el director del hotel Continental, Winston Scott, desde su búnker y antes de que sus esbirros comiencen una sangría, cita en latín la frase de Vegecio que da título a este capítulo 3 de la saga (Parabellum): “Si vis pacem, para bellum”, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. La frase literal del «De re militari» conservado en la Biblioteca Histórica es «Ergo, qui desiderat pacem, praeparet bellum«: «Por tanto, el que desee la paz, prepárese para la guerra».

Otros guiños al mundo antiguo y la mitología son el nombre del conserje del hotel Continental, Caronte (barquero del inframundo); y Ares (dios griego de la guerra), la guardaespaldas del antagonista en la segunda parte de la saga.

Usuarios, por favor, no intenten esto en sus bibliotecas y, con permiso de Vegecio, si quieren la paz, no declaren guerras, al menos durante estas vacaciones.

Daniel Defoe y la historia de la unión entre Inglaterra y Escocia

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Entre las obras de no ficción de Daniel Defoe se encuentran los numerosos escritos, informes, cartas y panfletos redactados en el tiempo en que actuó como agente en las negociaciones para la Unión del Reino de Inglaterra con el de Escocia.

The history of the Union between England and Scotland [History of the union of Great Britain] .- London : printed for John Stockdale, opposite Burlington-Hous, Picadilly, 1786 i.e. 1787 (U/Bc 07215)

El Acuerdo establecía que Inglaterra (con Gales) y Escocia debían ser «unidos en un solo reino con el nombre de Gran Bretaña». Los detalles del Tratado se firmaron el 22 de julio de 1706. Los artículos del tratado fueron refrendados por los parlamentos de Inglaterra y Escocia y la unión política entró finalmente en vigor el 1 de mayo de 1707.

Defoe, arrastrado por sus polémicas, deudas y vida picaresca actuó como agente sobre el terreno, agitador, propagandista y espía de los representantes de la corona inglesa. Conocedor de primera mano de los sucesos, acuerdos, campañas, debates y conflictos que dieron como resultado la redacción y aprobación del tratado entre Inglaterra y Escocia, en 1709 publicará en Edimburgo, The History of the Union of Great Britain

Posee la Biblioteca Histórica un ejemplar (U/Bc 07215) de la magnífica edición publicada por John Stockdale en 1786, de esta particular historia de la Unión redactada por Defoe. Trabajo en el que explica su actividad y en el que destaca como cronista – no pocas veces irónico y parcial- de la realidad política y social escocesa y como fuente de primera mano del agitado proceso.

La edición, abre anteportada con un cuidado retrato calcográfico del autor, realizado por Willian Skelton (1763-1848).

Precede a la Historia de la unión, con portada propia : «An essay, containing a few strictures on the union of Scotland with England; and on the present situation of Ireland… by J.L. de Lolme. Completándose entre ambas con XXIV páginas con una biografía sobre el autor (LIFE of De FOE). Además de dedicatorias y prólogo.

Si la nota biográfica es una pieza digna de leer, especialmente para aquellas admiradoras de la literatura inglesa, en el ensayo encontramos fragmentos de la mejor pluma de Defoe, un pionero del género de la crónica parlamentaria.

Además, esta actividad como publicista y propagandista itinerante le permitió conocer la sociedad y geografía escocesa, así como tratar a una inmensa variedad de individuos, personajes, figuras y tipos, y a establecer numerosos contactos personales en la sociedad escocesa. Elementos, descripciones, anécdotas y circunstancias, que usaría en sus novelas y artículos y que tendrían gran influencia en los narradores ingleses y escoceses y en la literatura en Lengua inglesa en el siglo siguiente.


El Ms 253, un fragmento del «Libro conplido en los judizios de las estrellas»

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Nuestro Ms 253 es copia de las partes quinta y sexta de la traducción castellana de Yehuda ben Moshe del “Kitāb al-bāri’ fi akhām an-nujūm” de Abu Ali ibn ar-Rigal (Abenragel), conocido como “Libro complido en los judizios de las estrellas” (Siglo XIII).

Primer folio conservado del Ms 253 (Digitalizado UVaDoc)

Nuestro ejemplar contiene una copia en letra del siglo XIV con el único fragmento conocido de los capítulos 5 y 6 de la versión castellana realizada para Alfonso X en 1254, por Yehuda ben Moshe, médico real, astrónomo y un destacado colaborador de la Escuela de Traductores de Toledo.  Y que, con una octava parte, existente en el Archivo catedralicio de Zaragoza, completa el texto del MSS/3065 de la BNE (que contiene las partes 1 a 5).

El «Libro cõplido» es traducción de una de las más famosas obras de astrología judiciaria árabe, realizada en el taller y escuela de Alfonso X, a mediados del siglo XIII. La datación del inicio de la traducción castellana, que parece preceder a las latinas, se fija con la resolución de un horóscopo y rúbrica existente en algunas de las copias, en la mañana del 12 de marzo de 1254 (vid. Guilty, 1954). Las peripecias para la localización y edición de sus partes se recogen en el prólogo del profesor Gerold Hilty a su edición de las partes 6 a 8. Publicación con la que completaba, en 2005, el trabajo de investigación que iniciara en los años 50 del siglo XX.

Hilty había dado a conocer en 1954 la existencia de esta interesante traducción y rara muestra de prosa castellana medieval realizada en el taller alfonsí, publicando la edición de las partes que conocía, con base en el MSS/3065 de la Biblioteca Nacional española.

Posteriormente, gracias al descubrimiento de una versión portuguesa del siglo XV, que contenía los libros 4 a 8, muy probablemente realizada a partir de la castellana, el mismo Hilty proponía la tesis de que la traducción castellana tenía que haber sido completada y conocida, con anterioridad a las latinas, circulando varias copias por la Península Ibérica en los siglos XIV-XV.

Se suponía que no se conservaban más fragmentos de una obra que probablemente había sido destruida completa o parcialmente por la inquisición, hasta que en 1967, el historiador de la ciencia Guy Beaujouan dio noticia de la existencia de dos manuscritos fragmentarios de la misma obra, custodiados uno en nuestra Biblioteca de Santa Cruz y otro en el Archivo Catedralicio de Segovia, que contenían, respectivamente, las partes quinta-sexta y octava de la obra.

En 1973 Guilty viajó a España y consultó el Manuscrito en Santa Cruz, pero no fue hasta su jubilación que se puso a la tarea de completar la edición del Libro conplido de 1954. En los años transcurridos la obra ya había despertado el interés de más investigadores que le facilitaron completar su edición y mejorar algunas transcripciones.

La difusión de la obra de Abu Ali ibn ar-Rigal fue enorme en el ámbito europeo, pero no a través de la pionera traducción del Toledado Yehudá ben Mose, sino a través de las ediciones latinas también del propio scriptorium alfonsí y sus copias (se conocen 50 manuscritos y 6 incunables; y sobre estas, las traducciones al hebreo, alemán, inglés, holandés, francés y probablemente existió versión catalana ).

El ejemplar fragmentario conservado en nuestra biblioteca es excepcional. No solo por contener el raro texto castellano de las partes 5 y 6 (incompletas), sino por la belleza del soporte, tintas y letra escrita de mano. Aunque aparecía mencionado y descrito en los catálogos de Gutiérrez del Caño (1888 p. 3-7); Rivera Manescau (1935 p. 90-92); Alonso Cortés (1976 p. 196-198), su datación se fija y su descripción se completa con la edición de 2005.

El volumen está encuadernado en pergamino, con tapa suelta enlazada y sistema de cierre de lazada con botón de cabeza de turco en piel al alumbre, probablemente del siglo XV. El ejemplar conserva 136 folios, mas 2 hojas en blanco más modernas y guardas de papel verjurado con marcas de agua. Figura en él una foliación moderna a lápiz; y otra original gótica que comienza con el fol. IX hasta el fol. CLII. Los 136 folios de pergamino de 335 x 255 mm. están unidos en cuadernos cosidos. Este ejemplar está mútilo de portada y, como mínimo, del primer cuaderno, falta también del LVII al LXIV, ambos inclusive (un cuaderno de 8 fol.) y, como mínimo, tampoco se conserva un cuaderno final. Cuadernos que ya no se encontrarían cuando se realizó la encuadernación.

El texto está escrito a dos columnas de 25 líneas en caja de 250 x 85 mm. La letra es del siglo XIV, como apuntaba con reservas Alonso Cortés y concluye sin dudar Hilty. Es una bella gótica, con epígrafes, calderones, palabras en destaque en rojo. Las capitales alternan azules con filigranas en rojos y rojas con filigranas azules.

Presenta además apostillas marginales en hebreo, a dos manos, alguna parcialmente guillotinada; que nos sugieren antiguos poseedores.

Aunque son evidentes los rayados para los renglones; tanto los calderones y títulos en rojo, como las capitulares bellamente decoradas y reclamos (realizados por la misma mano del copista cada ocho folios), así como el cuidado de la letras, nos permiten conjeturar que se trata de una copia, en origen, finalizada, aunque ha llegado a nuestros días mútila; que fue guillotinada y encuadernada en pergamino, posteriormente a la perdida de partes y de las anotaciones marginales.

Hilty sugiere, con bastante buen criterio (lo que parece corroborar el hecho de que la misma tipología de encuadernación se repita en varios de los manuscritos más antiguos de la Biblioteca de Santa Cruz) que la obra perteneciese ya a los fondos de la Donación fundacional de la biblioteca del Colegio, realizada por el Cardenal Pedro González de Mendoza, o por lo menos a los primeros tiempos de la Biblioteca.

Referencias:

– Alonso-Cortés, María de las Nieves, Catálogo de manuscritos de la Biblioteca de Santa Cruz, Valladolid: Universidad de Valladolid, 1976.

– Gutierrez del Caño, Marcelino, Códices y manuscritos que se conservan en la Biblioteca de la Universidad de Valladolid, Valladolid: Imprenta y Librería Nacional y Extranjera de Hijos de Rodríguez [etc.], 1888 (UVaDoc)

– Hilty, Gerold (ed.), El libro conplido en los iudizios de las estrellas, Madrid: Real Academia Española, 1954.

– Hilty, Gerold & Vicente García, Luis Miguel (eds.), El Libro Conplido en los Iudizios de las Estrellas : Partes 6 a 8 : Traducción hecha en la corte de Alfonso el Sabio, Zaragoza: Instituto de Estudios islámicos y del Oriente Próximo, 2005.

– Rivera Manescau, Catálogo de manuscritos de las Bibliotecas Universitaria y de Santa Cruz de Valladolid. Valladolid: Imprenta Aller, 1929.